Estimados
Amigos Visitantes
Con
gusto compartimos el día de hoy el clásico poema “El Credo” que escribiera Don Ricardo
López Méndez, esperamos que al oírlo o bien, al leerlo, despierte en todos Uds.
los más profundos sentimientos de orgullo y amor para con nuestra hermosa
Patria.
“Fue
esta poesía la que despertó el reconocimiento hacia su autor en 1940, cuando fue
publicada. Por ella, otro poeta yucateco, Antonio Mediz Bolio, otorga la
dignidad de "El Vate" a López Méndez aduciendo que nadie había
captado con más intensidad y cercanía "el maravilloso misterio" de la
patria mexicana.”
“Es
este poema también el que hace decir a Don Alfonso Reyes:” “en ella (en la
poesía), la voz de López Méndez se convierte en voz de su pueblo y ejerce así
su más alta función”.
Fuente:
Wikipedia
EL
CREDO MEXICANO
Por
Ricardo López Méndez
"El
Vate López Méndez"
I
México,
creo en ti
como
en el vértice de un juramento.
Tú
hueles a tragedia, tierra mía,
y
sin embargo ríes demasiado,
acaso
porque sabes que la risa
es
la envoltura de un dolor callado.
II
México,
creo en ti,
sin
que te represente en una forma
porque
te llevo dentro, sin que sepa
lo
que tú eres en mí; pero presiento
que
mucho te pareces a mi alma,
que
sé que existe, pero no la veo.
III
México,
creo en ti,
en
el vuelo sutil de tus canciones
que
nacen porque sí, en la plegaria
que
yo aprendí para llamarte Patria:
algo
que es mío en mí como tu sombra,
que
se tiende con vida sobre el mapa.
IV
México,
creo en ti,
en
forma tal que tienes de mi amada
la
promesa y el beso que son míos,
sin
que sepa por qué se me entregaron:
no
sé si por ser bueno o por ser malo,
o
porque del perdón nazca el milagro.
V
México,
creo en ti
sin
preocuparme el oro de tu entraña:
es
bastante la vida de tu barro
que
refresca lo claro de las aguas,
en
el jarro que llora por los poros
la
opresión de la carne de tu raza.
VI
México,
creo en ti,
porque
creyendo te me vuelves ansia
y
castidad y celo y esperanza.
Si
yo conozco el cielo, es por tu cielo,
si
conozco el dolor, es por tus lágrimas
que
están en mí aprendiendo a ser lloradas.
VII
México,
creo en ti,
en
tus cosechas de milagrerías
que
sólo son deseo en las palabras.
Te
consagras de auroras que te cantan
¡y
todo el bosque se te vuelve carne!,
¡y
todo el hombre se te vuelve selva!
VIII
México,
creo en ti,
porque
nací de ti, como la flama
es
compendio del fuego y de la brasa;
porque
me puse a meditar que existes
en
el sueño y materia que me forman
y en
el delirio de escalar montañas.
IX
México,
creo en ti,
porque
escribes tu nombre con la equis,
que
algo tiene de cruz y de calvario;
porque
el águila brava de tu escudo
se
divierte jugando a los volados
con
la vida y, a veces, con la muerte.
X
México,
creo en ti,
como
creo en los clavos que te sangran,
en
las espinas que hay en tu corona,
y en
el mar que te aprieta la cintura
para
que tomes en la forma humana
hechura
de sirena en las espumas.
XI
México,
creo en ti,
porque
si no creyera que eres mío
el
propio corazón me lo gritara,
y te
arrebataría con mis brazos
a
todo intento de volverte ajeno
¡sintiendo
que a mí mismo me salvaba!
XII
México,
creo en ti,
porque
eres el alto de mi marcha
y el
punto de partida de mi impulso.
¡Mi
credo, Patria, tiene que ser tuyo,
como
la voz que salva y como el ancla...!
Ciudad
de México, 1940.
Reciban un cordial saludo
No hay comentarios:
Publicar un comentario